Pateando hacia afuera

Por Julieta Méndez

Lo que hace dos semanas se suspendió por una tormenta, esta vez se suspendió por la idiotez argentina. Vergüenza nacional y mundial, ya que fuimos noticia en medios como The Times, The Guardian, o el amarillista The Sun.
En este sábado y domingo «ultraviolento» se vio de todo, menos goles. Una madre atándole bengalas a su hija, hinchas rompiendo y saqueando autos estacionados… Barbarie explícita.
Es una verdadera lástima que la gente se haya perdido un espectáculo deportivo semejante, a cambio de un espectáculo feroz. Son estas cosas las que nos dan el lugar a los que no sabemos de fútbol, para hablar. Porque esto sacó a la luz varios problemas que tenemos los argentinos. Ciudadanos y políticos.
El Estado volvió a fallar. Ayer los responsables tenían un nombre, hoy tienen otro, y mañana se llamarán distinto. Pero la cuestión es siempre la misma. Dijo el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta: «Acá el problema son las barras». Sí, señor jefe de gobierno, ese es el problema, pero nunca nadie «se puso la diez» para hacerle frente. ¿Será que a nadie le conviene que se corte el vínculo entre estas organizaciones, la política y el narcotráfico?

Podríamos preguntarle a la primera ministro británica Theresa May, que vendrá esta semana en el marco del G20, cómo hizo su país para hacerle frente a los hooligans. (Si es que se anima a venir a este país que bastante inconvenientes tiene en cuestiones de seguridad).


Estan los que justifican la reacción bestial del superclásico que no fue, diciendo que esto es un reflejo del «Boca-River» que se vive en cuestiones políticas y sociales. Puede ser.

Qué triste que no podamos discutir temáticas que nos incluyen a todos, todas, todes, todxs… y que tampoco podamos disfrutar un evento que podría haber pasado a la historia como el partido más importante de la década o del siglo.
Pero más triste es que los de River hayan imitado aquella actitud funesta del «panadero» de Boca. No aprendieron nada.

La Argentina está en la B. Sólo si la política y la ciudadanía entrenara en valores, podríamos ser un equipo de primera.

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